La generación que Dios llamó a transformar

Era un joven con necesidades parecidas a las que muchos tienen hoy. Necesitaba un modelo y desarrollar un sueño. Su padre natural, el rey, no era un ejemplo que seguir. Transó con potencias extranjeras entregando las riquezas de su patria, levantó templos a dioses paganos, anuló el culto a Dios. Era el ejemplar de una clase política que había devastado la nación. Sin embargo, este joven, su hijo, quería ser un hacedor de historia. El quería ver cómo su país se levantaba de las cenizas. No se conformaba con ser uno más. No estaba dispuesto a aceptar la corrupción como manera de llegar alto. Pero necesitaba un padre, un mentor, un modelo!! Se trata de Ezequías, que con 25 años, tuvo que decidir su propio destino, y eligió. Dice la Biblia, en 2 Reyes 18:1-3, que a pesar de ser hijo de Acaz, rey de Judá, el decidió que DAVID fuera su padre, su modelo, su mentor. El tuvo que hacerse cargo de su país, y decidió cambiar 180 grados la manera de gobernar. Su sueño era ver la nación restaurada, reconciliada, próspera, libre del yugo de potencias extranjeras, libre de la idolatría, adorando a Dios. Sabía que el pasado no era la opción. No sería fácil, pero tampoco imposible. El valor de su sueño justificaba el esfuerzo y el riesgo. Una generación de cambios En cada ocasión que se presentan elecciones, ya sea parlamentarias o presidenciales, los ciudadanos tenemos la oportunidad de expresar la voluntad acerca de quienes elegimos como representantes para llevar adelante las responsabilidades políticas del país. Encontrar personas con capacidad y valores cristianos para ejecutar decisiones sabias debería ser nuestro principio rector. Sin lugar a dudas, son los jóvenes los que con su voto influencian de manera decisiva sobre el futuro de un país. Nuestra responsabilidad del futuro que tanto nos importa, está relacionada directamente con las decisiones que tomamos hoy. Podemos mirar al costado, señalar culpables, desear escapar a otro país, pero la respuesta está en aceptar el desafío, ejercer el derecho ciudadano y participar activamente en la transformación del país que queremos, que añoramos tener. Se trata de abrir caminos, de romper algunos moldes, de pensar de manera distinta, de tener iniciativas, de presentar nuevos proyectos, de envisionar un futuro mejor. No sólo desde una participación pasiva, sino tomando acciones que produzcan cambios efectivos, trascendentes, que marquen una diferencia en la vida de la gente que nos rodea. Claro, ¿y el modelo? ¿y la guía? Bueno, esta es la pregunta que se hacen los hacedores de historia. George Bernard Shaw dijo: “Algunos hombres ven las cosas como son y dicen ¿por qué? Yo sueño con cosas que nunca fueron y digo, ¿por qué no?” Esa declaración describe una actitud hacia el futuro. Los líderes en todas las áreas de la vida tienen características distintivas. Una de las características comunes a todos es la visión. Proverbios 29.28 dice: “Donde no hay visión, el pueblo perece”. Una generación protagonista de cambios puede ver la vida cómo podría ser. Siempre está viendo un poco más adelante. El mundo dice: “Tengo que ver para creer”. Ellos dicen: “Tengo que creer para verlo”. Las multitudes sacuden sus cabezas en desesperación y murmuran: Es la hora más oscura de la humanidad”, ellos dicen: “La hora más oscura siempre es la anterior al amanecer”. Sin dudas, estamos ante un cambio de paradigmas, la manera en que veamos hoy la realidad, determinará nuestro accionar hacia el futuro. La fe en las promesas de Dios nos lleva a intentarlo, a buscar lo nuevo, a jugarnos por el cambio, sabiendo de que los modelos de ayer no nos muestran un futuro diferente al de la actualidad. Necesitamos con urgencia ese modelo y guía para seguir adelante. La necesidad de un guiador La Palabra en Jer. 3:4, dice “desde ahora, ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud? Dios, que nos hizo, eligió llamarse Padre nuestro antes que otro nombre, porque El quiere tener una relación personal con esta nueva generación. Por más que los ejemplos cercanos que hayamos tenido no fueran los mejores, hay Alguien, un Padre amoroso, que está listo para enseñarnos y guiarnos, que va delante nuestro, y que se dejará ver como Maestro. Su Espíritu está dispuesto a mostrarnos el camino. Es un Padre que no está interesado en sacar provecho alguno de su guía, sino que lo hace por amor. Nunca sacará ventaja. Capaz de sufrir para que lleguemos a nuestro destino de éxito. Su anhelo más ferviente es verte haciendo esa nueva historia. Tu Padre te va a ayudar a que lo logres! Confía tu futuro en El y dale para adelante! Pelea por lo que va a nacer, lo que nadie hizo antes, lo que marcará tu vida y la de otros. Acepta hoy la guía de Tu Padre Dios!! La nueva nación de Ezequías Este joven entendió el destino espiritual y profético para la nación. Su sueño era el sueño de Dios. Su país no podía estar en esclavitud porque había sido diseñado libre. Había promesas divinas. El pacto que haría con Dios marcaría esa nueva historia. La nueva nación que está naciendo con Ezequías no puede seguir el modelo y las reglas de Acaz. Pero la pregunta que todos se hacen hoy es ¿Cuál será el nuevo modelo a seguir? Ezequías eligió el de David que, aunque antiguo, había traído bendición y prosperidad a la nación. El modelo que propone Dios como Padre y Guiador para una nueva nación incluye sin dudas el desafío de cambiar los fundamentos y las formas, involucra un cambio de ideas, y da por sentado un cambio de valores éticos en la sociedad. El respeto hacia la dignidad de la vida humana, el resguardo de la justicia junto al destierro de la corrupción, la protección de los más necesitados, la valoración de la solidaridad y el respeto hacia el otro, incluyendo el cuidado del medioambiente y los recursos naturales como creación divina, son producto de una modelo. El fundamento de ese modelo, la piedra angular, es ni más ni menos que Jesús. Un carácter, un modelo humano y divino, el ejercicio de las palabras prometidas, el cumplimiento de los principios morales, el sentido del amor y servicio al prójimo, y sobre todo la guía y dirección de la Palabra divina en todas las decisiones. Claro, es necesario que haya Ezequías que se levanten y ocupen los lugares de liderazgo y digan:”nosotros tenemos “otro” modelo, no el de Acaz, el de David!!” Que también haya hombres de Dios que como Isaías, marquen y sostengan a esta juventud en la formación de su carácter y en las decisiones que deban de tomar. La autoridad y la guía de nuestro Padre Dios nos han sido otorgadas como hijos y herederos. La nueva nación ya está preparada para nacer, solamente hacen falta quienes acepten el desafío de darla a luz. Christian Hooft

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